Las casitas de la Patacona
La Colonia Mar y Sol tiene su origen en las casitas desmontables que se instalaban en la playa de Nazaret.
«En la zona en cuestión se asentaba una colectividad que construyó una insólitas casitas de madera para las que tan solo se requería el permiso de la Comandancia Militar de Marina; con ello se buscaba un veraneo económico, huyendo del agobiante calor de la ciudad.
Nazaret
Todocolección
«En la zona en cuestión se asentaba una colectividad que construyó una insólitas casitas de madera para las que tan solo se requería el permiso de la Comandancia Militar de Marina; con ello se buscaba un veraneo económico, huyendo del agobiante calor de la ciudad.
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Paco Ferrer
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Archivo de Rafael Solaz
Todocolección
Era curioso contemplar esta colonia de casitas, que más bien parecían sacada de un cuadro o un film surrealista, alineadas perfectamente y pintadas caprichosamente de vivos colores, aunque prevalecía el gusto barroco.
Francesc Jarque
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Francesc Jarque
Caseta de la Patacona Alboraya, junto a la Malvarrosa, años 70
"No más de 5 o 6 metros cuadrados, de pura madera. El espacio justo, para una cama de matrimonio y unas literas. El suelo y el techo del mismo material.
En los años anteriores, se montaba y desmontaba para su uso en la temporada estival y luego todo al almacén. Todo un espectáculo de sonidos, serruchos, martillazos... Clavos de todos los tamaños, por doquier. Se tenía que construir como el "Exin Castillos", pieza a pieza. Aún puedo percibir el olor del aguarrás y de la pintura sintética (posiblemente Bruguer o Titanlux), con la que año tras año se le daba una mano, que capa tras capa se iba acumulando en la madera como si de la piel de una cebolla se tratara. Un barrote blanco y otro verde, nada que ver con los colores del Betis. Más bien verde esperanza y blanco pureza.
Por el paso del tiempo, y una vez ubicada en su emplazamiento definitivo, vino la ampliación. Una nueva habitación, cocina y como no, un retrete diminuto. Para ducharse, un barreño en el corral trasero. La iluminación con lámparas de queroseno y algunos cirios. Luego llegó la luz de 125 voltios, todo un lujo.
En definitiva, ahí disfruté de mi infancia. Lo recuerdo con cariño y algo de melancolía".
Subidas por Roberto Abad a VAHG
Pequeños jardines a la entrada de dichas casitas acogían plantas entre las que destacaban los geranios y las murcianas. Sus moradores vivían felices y configuraban una muy particular comunidad que llegado el mes de agosto programaban todo tipo de festejos, verbenas y se alternaban campeonatos diversos.
http://librodenotas.com/
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Como quiera que no existe la perfección, aquí también se rompía el idílico ambiente con una acequia que desembocaba en la playa, muy cerca de la casitas, amontonando maderas con algas, frutas podridas y todo tipo de desperdicios que, en fuertes días de calor impregnaban el aire con un hedor insoportable; a ello también se debía unir la presencia en la propia arena del hormigón, tan de moda en esa época en nuestra ciudad, que afeaba el entorno y disminuía el espacio frecuentado por los bañistas.
Era el precio que había que pagar por la modernidad que ya, entonces, se acercaba a la Patacona.
Era el precio que había que pagar por la modernidad que ya, entonces, se acercaba a la Patacona.
El posterior resultado todos los sabemos.»
Manuel Andrés Ferreira
«El libro La colonia de pequeñas casas de madera pintadas de vivos colores se llamaba Mar y Sol, y se extendía más allá de la acequia de Vera, donde la playa de la Malvarrosa se hermana con la de Alboraya. Su recuerdo ha surgido ante el título del último libro de Saramago: , porque ahora ya está olvidada totalmente por los jóvenes, hasta por los que fueron de madrugada a unas cabilas, donde servían copas esperando la salida del sol; momento mágico pero en el que estaban todas las parejas entretenidas.
El conjunto de casitas sobrepasó largamente el centenar; se afianzaban en lo que fueran parcelas de campesinos alborayenses, utilizadas para extraer arena con destino a las cuadras de las caballerías, arriendo por el que percibían de 30.000 a 60.000 pesetas anuales.
Generalmente, la vivienda era de una sola planta y porche para protegerse en su sombra en los meses tórridos del verano. Con tejado a dos vertientes, puerta central y dos ventas rectangulares, en su gran mayoría, estaban cercadas por una valla blanca y azul o solamente blanca, que remitía a las postales antiguas de las Arenas. No resultaba extraño que en la colonia perviviese reminiscencia del modernismo popular, ya que su origen se remontaba a la posguerra o poco mas; tiempo en que los niños que padecían tuberculosis ósea eran tratados en el sanatorio de la Malvarrosa y se les exponía en las terrazas, a tomar el benéfico sol. Fueron los padres de esos niños quienes idearon levantar las primeras casas, muy próximas al sanatorio y equidistantes de la flotilla de pescadores y de los merenderos con guirnaldas de (bacalaos secos después de la salmuera), a los que acudían familias modestas y bulliciosas que llegaban en el , para cobijarse bajo el umbráculo de cañizos y pedir una fuente de ensalada, limonada y vino.
Generalmente, la vivienda era de una sola planta y porche para protegerse en su sombra en los meses tórridos del verano. Con tejado a dos vertientes, puerta central y dos ventas rectangulares, en su gran mayoría, estaban cercadas por una valla blanca y azul o solamente blanca, que remitía a las postales antiguas de las Arenas. No resultaba extraño que en la colonia perviviese reminiscencia del modernismo popular, ya que su origen se remontaba a la posguerra o poco mas; tiempo en que los niños que padecían tuberculosis ósea eran tratados en el sanatorio de la Malvarrosa y se les exponía en las terrazas, a tomar el benéfico sol. Fueron los padres de esos niños quienes idearon levantar las primeras casas, muy próximas al sanatorio y equidistantes de la flotilla de pescadores y de los merenderos con guirnaldas de (bacalaos secos después de la salmuera), a los que acudían familias modestas y bulliciosas que llegaban en el , para cobijarse bajo el umbráculo de cañizos y pedir una fuente de ensalada, limonada y vino.
Como los merenderos, las casas de madera se desmontaban en el otoño, con las primeras tormentas que dejaban en la orilla frutas podridas, algún pez muerto, un zapatito de bebé y muñecas rotas.
Alboraia Memòria Gràfica
Todo desapareció. Las urbanizaciones y ordenaciones de suelo pusieron punto final. Y las casitas de madera tuvieron que desmontarse para siempre.
Pequeña memoria, dije».
María Ángeles Arazo
Las Provincias. 12 de septiembre de 2006
Ultimos dias de las casitas de madera. 2003
Paco Ferrer
Fotografías sin indicación:
https://www.facebook.com/Historia-del-mitico-barrio-de-la-Malvarrosa
https://www.facebook.com/groups/josoc/?fref=ts
https://www.facebook.com/groups/649323295152306/?fref=ts
Gracias por el artículo, muy interesante.
ResponderEliminarGracias por no dejar que se pierda esta parte de la historia de la zona Marítima, que fueron las Casitas de la Playa de La Patacona. Para los que tuvimos la suerte de disfrutar de estos pequeños tesoros, y que para nosotros era el paraíso. No las olvidaremos nunca. Eran pequeños hogares construidos totalmente por sus propietarios, con esfuerzo y mucha ilusión. Eran cómodas y no les faltaba detalle. De hecho al principio pasaban un control de Sanidad. Cosas que muchos igual no lo recuerdan. Yo desde que tuve uso de razón, Veranéeun mi Caseta. Bueno de mis padres. Primero en Nazaret, luego en la malvarrosa, en diferentes sitios. Hasta que encontramos ese terreno donde dejarlas fijas. Ahí conocí a mi marido. Como otras parejas que se firmaron allí. Mis hijos casi naviero en la playa. Mi hija fué con 3 meses y mi hijo directamente desde la Cigüeña. Teníamos un apartamento pero nos gustaba esa forma un poco bohemia de vivir. Poder estar en bañador todo el día, ya que en la parte trasera teníamos jardín con tumbonas..... Bueno ya lo he dicho no faltaba detalle hasta garaje teníamos. Eran como las casas Residenciales que empezaron a poner en los Camping, pero que a nosotros muchos nos llamaban chaboleros. Jajaja, que malo es el deporte Nacional, llamado Envidia. Para nosotros era la Gloria. Quien las pudo ver por dentro se quedaba bobo. Y era un veraneo sencillo, sin pretensiones. Eramos FELICES MIENTRAS NOS DEJARON TRANQUILOS. Pero llegó poderoso caballero Don Dinero y terminó nuestro sueño. Vino expropiación...... Se olvidaron los juicios ganados y todo terminó. Nada es comparable con aquel sueño, con esa firma de vida y hace falta muchiiisimo dinero para volver a vivir aquel sueño.......
ResponderEliminarDe nada
EliminarMuchas gracias al autor del texto. Increíble el comentario de Maite, he llegado a este articulo buscando información a través de las reflexiones que he llegado al realizar un paseo desde la Malvarrosa hasta pasada PortSaplaya. He visto, actualmente, algunas edificaciones que mucha gente no querría vivir allí ni por asomo (por su estado), sin embargo tienen una condición de lugar o de vivir en la playa increíble. Mas o menos los que viene a decir Maite en su comentario.
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