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sábado, 15 de enero de 2022

Grupos escolares "Plan Riada". Vicente Ballester Fandos. La Malvarrosa

Grupos escolares "Plan Riada". Vicente Ballester Fandos. La Malvarrosa

La riada de 1957 dejó en Valencia un triste balance educativo: 12.000 niños se quedaron sin escuela.

Para resolver este grave problema el Ministerio de Educación Nacional y el Ayuntamiento, en virtud de un convenio excepcional firmado en enero de 1958, aprobaron un ambicioso plan de construcciones escolares. El citado ministerio fue convocando diversos concursos de arquitectura con la finalidad de definir “prototipos de grupos escolares”, capaces de resolver los problemas existentes en las diferentes zonas del país.


Boletín de Información Municipal nº75

Subida por Carlos Iborra a VAHG

Para acogerse a la ayuda ofrecida, el Ayuntamiento de Valencia acordó utilizar uno de estos prototipos, desarrollo vertical en zonas cálidas, que había sido premiado en el concurso restringido de anteproyectos de Escuelas Graduadas (1957). 


El modelo, construido en diferentes lugares de la ciudad bajo la supervisión de los arquitectos municipales José Pedrós y Juan José Estellés, desarrolla un programa de “seis grados” en un volumen prismático de tres o cuatro alturas, reduciendo al mínimo las superficies cerradas y tratando los porches y corredores como elementos abiertos. 



La planta baja dispone siempre de dos alas. En una de ellas se sitúan el acceso, dos aulas, aseos y dependencias de dirección; y en la otra la vivienda del conserje. En las plantas superiores, idénticas en su distribución interior, se localizan otras dos aulas, la escalera y el núcleo de aseos. 



Sus dos fachadas principales se componen con ritmo horizontal, definido por la propia estructura de hormigón, caracterizado por la seriación de grandes huecos, cerrados en la zona de aulas y abiertos en la de corredores. 



Estos pequeños edificios, generalmente construidos por parejas para completar escuelas de niñas y niños, muestran ya la paulatina transformación que experimenta en estos años la arquitectura docente española desde modelos autárquicos a otros más acordes con las realizaciones europeas del momento, en este caso aquellas donde confluyen principios basados en la repetición, economía e higiene, es decir obras inspiradas en el purismo funcional y racionalista holandés e italiano. 



Alguno de ellos, Primer Marqués del Turia, conservan la fisonomía original mientras que los restantes han sido alterados de forma puntual o sometidos a importantes y radicales modificaciones.

Fte. Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia


Vicente Ballester Fandos, el "mestre Visantico"

«Nace en Mascarell, población situada entre Nules y Borriana (Castellón), el 22 de diciembre de 1857, hijo de Josefa Fandos Arambul y José Ballester Nebot.

Huérfano a los 10 años ayuda a su madre en las faenas del campo. Con un tío suyo aprende el oficio de barbero cuando muere su madre cundo tenía 15 años.


Don Vicente Ballester Fandos junto a su esposa e hijos

https://www.skyscrapercity.com/threads/remember-val%C3%A8ncia-ii.1694486/page-531

Se traslada a vivir a Pueblo Nuevo del Mar (actual Cabanyal, Canyamelar y Cap de França) donde compagina su trabajo de barbero con sus estudios de Magisterio.


Monta su primera escuela en su propio domicilio de la calle San Telmo 86 (actual calle José Benlliure entre 228 y 236).Tiene diecisiete hijos, de los que trece sobrepasaron la niñez (Enrique, José, Victor, Juan, Vicenta, Enriqueta, Vicente, Amparo, las gemelas Elvira y Julia, Rafael, Emilio y Alfredo) de los que once fueron maestros. Cabe destacar a José Ballester Gozalvo (fundador del Levante) que en Mayo de 1936 se hizo cargo de la Dirección General de Enseñanza Primaria, cuyo nombre lleva hoy en día un Instituto de Secundaria del barrio Torrefiel.

El “mestre Visantico” como algunos lo recuerdan fue consiguiendo que poco a poco los padres se dieran cuenta de la necesidad de formar a sus hijos en los principios de cultura general que proporcionaba la escuela primaria, lo que hizo que en un par de años la escuela se tuviera que trasladar a un local cercano más amplio, en el nº 80 de la calle San Telmo, en donde iban estudiando y creciendo los niños del Cabanyal, Canyamelar, Grau y algunos de Malva-rosa, Benimaclet y Alboraia. 


Acta del acuerdo por el cual se da su nombre a un centro educativo en La Malvarrosa

En 1906 tras sucesivas ampliaciones se le da el nombre al Colegio de “San José” en honor a sus padres José y Josefa, y en el que para el año 1914 se dan clases a unos 400 alumnos.

En 1910, cuando la escuela ya había cumplido 26 años, los antiguos alumnos celebraron un homenaje que consistió en el descubrimiento de una placa conmemorativa en la fachada del primer colegio, con el texto:

D. Vicente Ballester Fandos

Sus antiguos alumnos agradecidos al inolvidable recuerdo le dedican este recuerdo

Cabañal. 21 de agosto de 1910


El 14 de Mayo de 1924 fallece a la edad de 67 años este hombre tan querido y respetado por la gente del Cabanyal».

Historia del Cabanyal

Antonio Sanchis Pallarés


domingo, 29 de enero de 2017

El Instituto Sorolla

El Instituto Sorolla

Durante la década de 1960, Valencia se vio inmersa en un acelerado ritmo de crecimiento que provocó fuertes corrientes inmigratorias desde el interior y, como consecuencia, la caótica extensión de su periferia urbana. El fuerte aumento de los escolares de segunda enseñanza dio lugar, entre 1963 y 1965, al inicio de la construcción de nuevos institutos de segunda enseñanza, utilizando para ello solares cedidos o expropiados por el Ayuntamiento. El Instituto Sorolla, el primero en concluirse, se levantó en terrenos de huerta situados junto al Camino de Algirós y cerca del Mercado del Cabañal, pues estaba destinado a acoger 1.000 alumnos de los Poblados Marítimos.


Está formado por tres agrupaciones volumétricas de alturas diversas, entre 1 y 3 plantas, que expresan plásticamente las distintas funciones del centro y que se acomodan estratégicamente en el interior de una parcela rectangular para optimizar orientaciones (aulas al sureste y laboratorios y salas de dibujo al noreste) y disponer del máximo espacio libre para la práctica de los deportes.


Los diversos usos se desarrollan en planta baja de forma independiente, en el caso del edificio administrativo, o bien en torno a un espacio ajardinado y parcialmente cubierto, desde donde se accede directamente a la escalera principal y a las estancias comunitarias (capilla, salón de actos, gimnasio, comedor, etc.); o indirectamente, mediante largos y ortogonales pasillos, a las dependencias escolares (aulas, laboratorios, seminarios, despachos, etc.).



Proyectado por el arquitecto José Ramón Azpiazu (compañero de José Antonio Torroja y Félix Candela), junto con los ingenieros Ramón Argüelles e Ignacio García, es este uno de los escasos ejemplos valencianos de coherencia compositiva y unidad formal, conseguida mediante el uso exclusivo del hormigón armado como material de cimentación, estructura y cerramiento (aulas y laboratorios con pórticos en portaladas volando cada piso sobre su inmediato inferior; salón de actos, capilla, bar y gimnasio con láminas plegadas en forma de pórticos transversales; recreos cubiertos con paraguas de láminas plegadas; porche de aparcamiento formados con láminas plegadas en voladizo, etc.).




En la actualidad, rodeado de altos y anodinos edificios residenciales, mantiene dignamente su radical y económica modernidad.

Texto extraído de la "Guía de Arquitectura de Valencia"

El Instituto Sorolla de bachillerato, obra de José Ramón Azpiazu Ordóñez ocupa una parcela de Valencia rodeada entonces de huerta cruzada por acequias que se desbordaban con lluvias torrenciales.







Instituto Sorolla. Santos Justo y Pastor - J.Maria Haro 1970s-2015


Cortesía de Pep Valencia


Estas particulares condiciones condujeron a la decisión de elevar toda la construcción unos ochenta centímetros, con lo que se libera al edificio del plano de escorrentía del agua, que puede correr libremente por debajo. Se construyó entre 1964 y 1967.



El proyecto abarca el variado programa de un instituto para mil alumnos, albergando salón de actos, capilla, bar, zonas deportivas al aire libre, etc... Para su concepción se siguen una serie de criterios determinados. En primer lugar dejar el máximo espacio para las zonas deportivas, sin soluciones en altura y sin tener que acudir a instalación de ascensores. Además, permitir iluminación y ventilación transversal en aulas, laboratorios y salas de dibujo, con orientaciones sudeste para las primeras y noreste para las restantes. Por último, cumplir unas determinadas condiciones acústicas en salón de actos, capilla, bar, gimnasio, etc...





Los diversos espacios se articulan a partir del acceso al conjunto por una de las esquinas de la parcela, lo que establece un desarrollo de las circulaciones en abanico y en diagonal, dejando en la zona en torno a la esquina opuesta espacio libre para campos de juego.


Desde un primer momento son en particular los condicionantes de orientación e iluminación los que definen formalmente la característica silueta y composición en planta del conjunto de edificios. Éste aparece como un compacto grupo de construcciones apiñadas y dispuestas entre sí en ángulo recto, como si se apretaran para hacer frente común a la huerta. Las distintas funciones del programa se leen desde el exterior con tratamientos diferentes en los volúmenes, con una clara utilización de dos tipos de contenedor construido: volúmenes organizados por plantas y celdados en alzado, y grandes volúmenes de una sola función en toda su altura.




El conjunto se resuelve con estructura de hormigón armado visto, conformando una solución de recia y original expresividad que le confiere un sello característico y una imagen propia reconocible. Un criterio seguido en el inicio de proyecto fue el costo, limitado a 3.000 Pts/m2 edificado, para lo cual se eligió este tipo de sistema estructural, que con su protagonismo resuelve estructura y cerramiento a la vez, y da respuesta a los condicionantes programáticos de partida.

Los bloques de aulas se resuelven con pórticos que se desplazan en voladizo dos metros por planta, disponiendo de mayor altura en las aulas que en los pasillos. Estos retranqueos se apoyan en la orientación y especial luminosidad de estas latitudes. Por su parte el salón de actos, capilla y gimnasio se resuelve con grandes volúmenes formados por láminas plegadas, que desarrollan un buen acondicionamiento acústico, situándose en uno de sus cerramientos y en cubierta, y apoyándose en muros que dan al interior del conjunto. Quedan, de este modo, al exterior una serie de grandes caparazones que dan a la huerta y caracterizan la edificación.

Con ese mismo recurso se construyen el porche de acceso al edificio y cubrición de espacios interiores entre las diferentes construcciones, mediante láminas plegadas de hormigón sustentadas por pilares o anexas a cuerpos de edificación.

Se han atendido de forma especial los aspectos constructivos. En los bloques de aulas se prolongan las jácenas hacia el exterior, con el fin de dar apoyo al encofrado de la planta superior, determinación que configura la imagen exterior del edificio. O el hecho de que el dimensionado de pilares disminuya con la altura. Así mismo se han procurado que los materiales empleados en el interior fueran de gran resistencia y fácil limpieza, utilizando terrazo para los suelos y azulejos hasta el techo en aseos y laboratorios. En cubiertas se disponen, entre la láminas plegadas, lucernarios para la iluminación interior de los grandes volúmenes.


Constituye un ejemplo óptimo de utilización de la estructura como elemento aglutinante de sustentación y cerramiento, situado formalmente en el contexto arquitectónico de la época. Resuelve singularmente y al unísono aspectos de uso, forma y, por qué no, de economía en la ejecución.

Azpiazu, que debe considerarse como el principal practicante de estructuras plegadas en España o al menos el autor de varias de las más destacadas, empleó aquí para la cubrición de los porches y espacios principales del Instituto diferentes variantes de un tipo de plegamiento que podemos llamar con conicidad y que tiene por característica el ir disminuyendo la altura y forma de los pliegues desde un extremo hacia el otro, pudiendo tender incluso a un borde en el que teóricamente desaparecerían formando un línea recta sin quiebros.



Esta forma puede extenderse sobre un plano, lo cual parece en principio contravenir las propias recomendaciones del autor: «conviene que no sean desarrollables y que tengan inercia variable, comportándose muy bien ante los efectos sísmicos y de viento» (Azpiazu y Cervera). Sin embargo, puede verse cómo se convierte en no desarrollable sobre un plano al disponerse de forma combinada junto a otras del mismo tipo pero orientadas en forma contrapuesta, tal y como se empleó en los porches del Instituto. La misma clase de lámina sirvió también para marquesinas en voladizo que forman los porches de entrada y garaje.


Para el salón de actos y el gimnasio las láminas, ligeramente modificadas y con luz mayor, siguieron otra disposición, doblándose por un lado y formando en su prolongación el muro de cerramiento de uno de los laterales de dichos espacios. Este muro, también plegado, pero con espesor mayor que el de la cubierta, estaba a su vez inclinado hacia el interior. El resultado puede considerarse en este caso, por tanto, como una lámina continua que forma techo y pared y que es a su vez rigidizada por múltiples plegamientos menores. En cierto modo podemos decir que se trata de un pórtico laminar continuo. El apoyo de la lámina en el lado opuesto se realizó directamente sobre muros ciegos dotados de un babero de plomo o cobre como elemento de articulación. 

Para asegurar una total rigidez transversal todas las láminas se construyeron con nervios en el extradós, rompiendo con la percepción lisa del mismo. Asimismo, las líneas de unión de cada serie de láminas con las de orientación opuesta (porches) o con las de muro de cerramiento (espacios comunes) se reforzaron con planos diafragma o «tímpanos» que aún rigidizan más el conjunto de las láminas en sentido transversal. Por el contrario, ninguno de estos refuerzos y nervaduras es visible desde el intradós.

http://www.urbipedia.org/

Imágenes. De las publicaciones, salvo las indicadas 


domingo, 23 de octubre de 2016

Parque - Colegio Santa Ana

Parque - Colegio Santa Ana

La Congregación de H.H de la Caridad de Santa Ana nace en Zaragoza en el 1804. En su origen,es una pequeña Hermandad agrupada en torno a Juan Bonal y animada por María Rafols, sus Fundadores. María Rafols y un grupo de Hermanas, dejan tierras catalanas para responder a las necesidades del Hospital Real y General de Ntra.Sra. de Gracia de Zaragoza.



Juan Bonal

La Hermandad se constituye “para el bien y alivio de los pobres enfermos”. Su misión se realiza en una entrega diaria y constante a los más desvalidos hecha “con todo detalle”, “con el mayor amor”, entrega que se abre desde la primera andadura a la atención y dedicación a los niños de la Inclusa.

Durante 37 años María Rafols se encarga de la Inclusa en el Hospital. En esta dura misión, María Rafols descubre e inicia, no sólo un servicio asistencial , sino una pequeña gran misión: acompañar a los niños en situación de desamparo, en el despertar e interiorizar aspectos básicos de su desarrollo personal.


María Rafols

En la Inclusa del Hospital de Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza y en la Misericordia de Huesca, fundada en 1807 para niños adolescentes y jóvenes, se inicia la andadura educativa de las Hnas. de la Caridad de Sta. Ana.


Hospital de Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza

1808

Fotos Antiguas de Zaragoza


En 1893, con el permiso del Sr. Arzobispo de Zaragoza y a petición de los sacerdotes D. José Fogués y D. Miguel Sarrió, cura párroco de la iglesia del Milagro de Valencia, vienen las Hermanas con la venia del Sr. Arzobispo de Valencia, para hacerse cargo del Asilo de la Inmaculada. Era el 9 de abril de 1893.

Una comunidad de cinco Hermanas se establece pues en el "Asilo La Inmaculada". El asilo era una casa destinada a las jóvenes que trabajaban en el servicio doméstico y que se quedaban sin ocupación. Allí permanecerían hasta encontrar una nueva colocación.

El asilo no disponía de ingresos por lo que las Hermanas inician unas clases de párvulos, en un piso de la Congregación, sin dejar de atender a las jóvenes. En estos primeros años tuvieron muchas dificultades económicas y necesitaron recurrir a la realización de trabajos manuales para recaudar fondos. En las clases hubo tanta afluencia de alumnos, que en 1900 tuvieron que trasladarse a otro local más grande, en la Avenida del Puerto, a una casa de dos pisos y planta baja, con el fin de dar respuesta a la necesidad de escolarización en la zona rural del Puerto. 

Al llegar fueron recibidas con cierta hostilidad y les costó algún tiempo que llegaran las alumnas. Poco a poco la situación se fue normalizando y en 1922, la Congregación considera conveniente la compra del Parque Raga para edificar un Colegio “de planta” en medio de una naturaleza frondosa.


Las sagas de familias y maestros de floricultores y jardineros en Valencia viene de siglos, como la familia Raga, en la foto.

Cortesía de Jose Vicente Luján Estellés



Amparo Raga Bou en la Plaza de la Virgen. 1916

Cortesía de Jose Vicente Luján Estellés












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1913

Archivo de Rafael Solaz

http://valenciablancoynegro.blogspot.com.es/


En 1925, se inauguró el Centro. Durante la Guerra Civil de España el edificio sufrió grandes deterioros. Finalizada la Guerra se restauró y, en 1941, el Colegio volvió a abrir sus puertas. Desde el inicio las Hermanas procuraron para sus alumnas una educación integral llevada a cabo con firmeza pero sin detrimento de lo espontáneo y natural. El internado lo consideraron necesario porque, en muchos pueblos cercanos no existían Colegios para la educación de las jóvenes y un internado podía dar respuesta a esa necesidad.


Recuerdo Primera Comunión. 1943

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1961

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1966

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1966

Archivo de Rafael Solaz


La hermana Concepción Mazón ( profesora de Matemáticas y Ciencias Naturales ) junto a una alumna durante un recreo. Curso 67 - 68

Cortesía de Consol Soler


Años 70

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Las Hermanas procuraron hacer del internado una segunda casa donde las niñas encontraran cariño y ambiente familiar. El año 1946 el Centro fue reconocido como Colegio de Bachillerato Elemental y en 1956, de Bachillerato Superior. Como Escuela Normal de la Iglesia funcionó de 1955 a 1970. También se impartió el Bachillerato Laboral del año 1961 al 1971. Según las diferentes Leyes de Educación a lo largo de su historia, obtuvo la aprobación para impartir E.G.B., B.U.P y, posteriormente la E.S.O. y Baschillerato. En la actualidad, el Colegio cuenta con una plantilla de 80 profesores seglares que imparten E. Infantil, E. Primaria, E.S.O. y Bachillerato con una escolarización acogida a los Conciertos Educativos.

http://www.pcsantaana.com/

Las Arenas. Año 2000. Galería fotográfica 03

Las Arenas. Año 2000. Galería fotográfica 03 Levante EMV