domingo, 30 de diciembre de 2018

Cine en la huerta de Vera

Cine en la huerta de Vera

«En 1922 se hace un intento de expresar en imágenes algún elemento de las raíces valencianas, utilizando elementos de nuestro folclore. Para ello era referencia obligada la barraca. Uno de los parajes donde el encuadre podía ser más auténtico era la partida de Vera, el Molino y la ermita, las barracas de "Conole" (1) y todas las demás de la Carrasca.



Fuente del Amor

Camino de Vera

Fotogramas de una película sin identificar




Diversos fotogramas de la película

La filmación fue, desde luego, un gran acontecimiento por el que toda la huerta quedó conmocionada. Y en la casa de "Conole" se improvisaron la sala de maquillaje y los vestuarios».

1. José Pérez Navarro, tenía una barraca habilitada como casa de comidas

Historia de la Malvarrosa

Antonio Sanchis Pallarés




domingo, 23 de diciembre de 2018

Las tribulaciones de un ruso en el Cabañal

Las tribulaciones de un ruso en el Cabañal

«Sergio Nicknejad era sólo un chico de 16 años cuando él y sus padres se vieron obligados a abandonar su casa del Cabanyal bajo la falsa acusación de que eran espías soviéticos, fueron expulsado de España en 1963.

Sergio, que reside en Bishkek, la capital de Kirguistán y tiene la nacionalidad de esta antigua república soviética fronteriza con China, solicitó en noviembre de 2005 al Gobierno que le restablecieran "los derechos fundamentales de los artículos 13 y 19 de la Constitución por haber sido él y su familia expulsados del territorio nacional por motivos políticos".

Nicknejad aún conserva el Sergio que le pusieron en el Colegio Internado Malvarrosa Sagrado Corazón de Jesús porque era más castellano que el iraní Sirus, su verdadero nombre. 


Colegio Internado Malvarrosa Sagrado Corazón de Jesús

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Tenía 6 años cuando llegó a Valencia en 1953 junto a sus padres, Ali Reza y Nina Nicknejad, un empresario farmacéutico iraní y una enfermera rusa.


Levante EMV. 6 de marzo de 2005

Los tres formaban parte de una acomodada familia de Teherán que había abandonado Irán huyendo del tiránico régimen del Sha Mohamed Reza Pahlevi, que perseguía al padre de Sergio por ser el propietario de un diario nacionalista iraní muy crítico con las concesiones petrolíferas del Sha a multinacionales estadounidenses.

Llegaron a Valencia con pasaporte iraní y se instalaron en el Cabanyal, donde su padre, con el dinero que había ganado con la venta de su fábrica de medicinas en Teherán, abrió un salón recreativo en la calle de la Reina con 15 mesas de billares y 20 futbolines. 


Calle de la Reina. Los billares a la izquierda

http://125aniversario.aguasdevalencia.es/portfolio/noticias/decada-1970/



Levante EMV. 6 de marzo de 2005

También compraron un piso de 10 habitaciones en la calle José Benlliure y un chalé en l'Eliana.


El chalet de La Eliana

https://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2009/01/31/supremo-obliga-gobierno-contestar-espias-rusos-expulsados-valencia-1963/549842.html


Levante EMV. 6 de marzo de 2005

La vida placentera de los Nicknejad en Valencia, donde estaban perfectamente integrados, se truncó 10 años después, cuando Nina decidió solicitar a la embajada soviética en París un visado para viajar a la URSS y visitar a su madre, que estaba gravemente enferma. En España no podía hacerlo porque la dictadura no tenía relaciones con Moscú.


Levante EMV. 6 de marzo de 2005

A su vuelta a Valencia fueron detenidos los tres, interrogados y expulsados del país bajo la acusación de ser espías comunistas. Les dieron la orden de abandonar España en 72 horas, por lo que tuvieron que malvender sus posesiones y perder aquellas para las que no encontraron comprador. 


Levante EMV. 6 de marzo de 2005

El principal problema de Sergio es que no ha encontrado hasta ahora ningún expediente de expulsión ni ningún rastro que pruebe su detención por la policía franquista de Valencia, de ahí que el abogado del estado justifique el hecho de que el Gobierno no haya contestado a su solicitud de obtener un permiso de residencia en España como víctima del franquismo para él y su familia. Sin embargo, después de tres años y dos meses de silencio administrativo, el Supremo le ha pegado un fuerte tirón de orejas al Gobierno al obligarle a que de una respuesta a esta petición».

Rafel Montaner

Levante EMV. 31 de enero de 2009




domingo, 16 de diciembre de 2018

Iglesia de Santa María del Mar: la gran desconocida

Iglesia de Santa María del Mar: la gran desconocida

El origen de la iglesia se remonta a los primeros momentos de la reconquista por parte del rey Jaime I el Conquistador. Por tanto es el primer templo de creación cercana a este hito histórico y fue probablemente románico del tipo de reconquista.


Su advocación primigenia era de la Asunción de Nuestra Señora.



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Este templo se cita en documentos históricos de 1333 y 1392, ya con el nombre de Iglesia de Santa María de la Mar de la ciudad de Valencia "L'Esglesia de Santa María de la Mar de la ciutat de Valencia". De la descripción de este templo antiguo, tenemos constancia por un documento gráfico de 1563, en el cual el pintor flamenco Anthoine Van den Wijngaerde muestra el aspecto del Grao de Valencia y entre las casas se puede apreciar la iglesia. De los pocos datos que tenemos, se puede inferir que se trataba de una templo de nave única de 25 metros de largo por 18 metros de ancho y que disponía de una espadaña plana situada a los pies de la iglesia.


Plano de Anthoine Van den Wijngaerde

Al fondo el Grao

En 1411 se produce el hecho milagroso de la llegada por mar de la imagen llamada después del Cristo del Grao, por lo que aumenta la devoción a esta imagen que obligaría con el tiempo a ampliar el templo original y construir una capilla dedicada al Cristo.

Según la tradición el Cristo del Grao, conocido popularmente como el Negret, llegó frotando por el mar atado a una escalera.



En el siglo XVII se acuerda la construcción del templo de nueva planta. Comienzan las obras el dos de agosto de 1683 por la cabecera, siendo el maestro de obras don Francisco Marti. El templo crece en dirección longitudinal, no asi en cuanto a anchura, ya que esta se ve limitada por la Capilla del Cristo.


Entre 1683 y 1689 el cantero Antonio Borrés finaliza el campanario que aún no estaba terminado. De estilo barroco, el remate fue destruido en la Guerra Civil Española (1936-1939) ya que el campanario era usado como torre de defensa.


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El nombre de las campanas son: Pilarica (1955), Sant Vicent Ferrer (1940), Sant Josep (1995), Santísimo Cristo (1940) y Santa María (1940).


https://valenciablancoynegro.blogspot.com/2014/10/


https://www.spanishrailway.com/tranvia-de-valencia-al-grao-y-cabanal-lineas-de-la-sociedad-catalana-general-de-credito-y-sociedad-general-de-tranvias/

El actual templo es de planta cuadrangular y nave única con bóveda de medio cañón con lunetos, capillas laterales entre los contrafuertes y dotado de un transepto no sobresaliente en planta. Tiene interés el hecho de que aparezca en él una incipiente comunicación entre capillas. Posee una capilla en el trasaltar, crucero con anchura de 2 capillas, presbiterio, y capilla del Cristo situada en el lado norte del crucero rematada con camarín.


La cúpula central del crucero, se reviste de teja esmaltada en azul, sello característico de los templos valencianos del siglo XVII. Las obras fueron finalizadas en el 1736. En 1858 se colocó un reloj en la torre campanario. Tanto la nave central como la capilla del Cristo han sufrido varias reformas en todo tiempo, especialmente tras la Guerra de la Independencia (1808) y la Guerra Civil Española (1936).


http://remembervalencia.blogspot.com/


http://www.jdiezarnal.com/

Dispone de dos portadas tardobarrocas, la lateral está formada por dos cuerpos, el inferior aloja la puerta adintelada y en el segundo cuerpo una hornacina alberga una cruz sobre una escalera, que hace alusión a la llegada del Cristo del Grao. La fachada principal situada a los pies de la iglesia guarda cierta similitud con la abierta en el transepto, sin embargo en la hornacina del cuerpo superior podemos ver una imagen de Nuestra Señora de la Luz, realizada en 1943.


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La Iglesia a la derecha de la imagen. Al fondo el mercado del Grao

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La Iglesia a la derecha de la imagen

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En el exterior del templo una placa en piedra situada encima de la fuente exterior dice: 

"Aguas del Turia derrama esta fuente por los esfuerzos del municipio de Valencia. La cooperación del de esta villa y el legado de 80.000 reales de Don Dionisio Bello. 3 mayo 1859. "


"750 Aniversari. El rei En Jaume I, el conqueridor, atorga, al lloc, i llogarencs de l'actual GRAU, el nom de Ville Nove Maris Valentiae i nombrosos privilegis el 27 de maig de l'any 1249. 1249-1999. "

Ajuntament de València

El campanario de Santa María del Mar

«En un boceto de Wijngaerde, elaborado en 1563 y custodiado en el londinense Victoria & Albert Museum, se muestra el Grao y los primitivos Canyamelar y Cabanyal (llamados “baracas” por el dibujante flamenco). Ahí se ve claramente el citado templo con espadaña, dudamos, sin embargo, que ese sea el templo primitivo, erigido en la Vilanova Maris Valentie poco después de la conquista de la ciudad de Valencia por Jaime I, pues, según el historiador y cronista de Valencia Vicente Boix, éste disponía de una torre campanario (no menciona si exenta o unida a la iglesia) en la que se hicieron fuertes ciertos partidarios de la Unió, siendo quemada con sus defensores dentro.



La Guerra de la Unió (1347-48) en Valencia, enfrentó al rey Pedro IV el Ceremonioso (también conocido como “el del punyalet”) y un buen número de nobles y ciudadanos valencianos que defendían los Privilegios de la Unión otorgados por Alfonso III en 1287 y que el citado Pedro IV abolió el 14 de octubre de 1348.


Ese conflicto llegó hasta el Grao. Éste es el relato que de ese hecho ofrece Boix en su libro “Valencia Histórica y topográfica”. Valencia 1869, tomo II, pág. 185: “Los azares de la guerra condujeron al de Jérica [Don Pedro de Jérica, noble leal al monarca] y, poco después al rey, hasta las murallas de la capital, no sin sufrir grandes pérdidas delante de la torre de la Unión, de que se habló en su lugar, y del campanario del Grao, donde los unionistas se defendieron hasta el extremo de preferir la muerte en las llamas de las torres, a la ignominia de entregarse”.

Todo lo cual nos lleva a pensar que el actual templo es el tercero construido en ese lugar».

José Aledón Esbrí

«Detrás del Altar Mayor (trasaltar) encontramos una capilla que hace funciones de sacristía. De planta cuadrada, se cubre por un cúpula de media naranja. Destaca por las pinturas murales que cubren todas sus paredes y también la cúpula que cubre el espacio. Realizadas en 1702 por Juan Bautista Vayuco (h.1664-1706), representan diversas escenas y alegorias: motivos eucarísticos, alegorías de las virtudes, la Revelación, la Doctrina, la Trinidad, figuras evangelistas y de la patrística, todas ellas rodeadas por un mundo de ángeles, cornucopias, jarrones, guirnaldas, flores y demás ornamentación barroca propia de la época.



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En la parte superior de la portada podemos leer una inscripción que dice: DIE XXV MARTII ANNO. En sus muros podemos ver tres grandes lienzos enmarcadas en yeserías con las tres virtudfes teologales: Fé, Esperanza y Caridad. En las cuatro pilastras angulares de la sala: San Gregorio, San Agustín, San Jerónimo y San Alberto Magno. En la cúpula, la Gloria con la Santísima Trinidad y su corte celestial; esta apoya en cuatro trompas adornadas con frescos con los cuatro evangelistas.


Capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro 

Retablo de inspiración barroca construido en 1949 por Cardells. En el centro copia de un icono existente en la Iglesia de San Alfonso María de Ligorio de Roma, pintada por Meseguer en 1941. A la izquierda imagen del siglo XVIII de San Telmo, patrón de los navegantes. A la derecha Santa Teresita de Lisieux (del Niño Jesús). Hasta 1936 esta capilla estuvo dedicada a San Telmo y bajo la mesa del altar estuvo la pila bautismal a la que se accedía levantando una parte de la misma que era de madera, mostrando así la antigua pila


Capilla de San Vicente Ferrer 

Retablo de inspiración barroca construido en 1991 por Francisco López Pardo. En el centro talla en madera realizada en 1918 por Salvador Rubio, representando a San vicente Ferrer vestido con hábito de dominico. Aparece con el dedo índice levantado como es normal en su iconografía. A la izquierda imagen de la beata Josefa María de Santa Inés de Beniganim, realizada en 1996 por Francisco Martínez Aparicio. A la derecha beata Josefa Naval Girbés, obra realizada por Francisco Martínez Aparicio en 1996


Capilla del Sagrado Corazón de Jesús 

Retablo de inspiración neoclásica realizado después de la Guerra Civil Española. En el centro imagen del Sagrado Corazón de Jesús, realizada en madera en 1941 por Carlos Román y V. Salvador. A la izquierda imagen de Nuestra Señora de Fátima, obra de Carlos Román de 1959. También en la izquierda una talla de San Judas Tadeo tallada en 1993 por Federico Esteve Defés. A la derecha imagen de San Pancracio, abogado del trabajo


Capilla de la Inmaculada 

Ocupando el centro de la hornacina, escultura de la Virgen, obra de Carmelo Vicent. A ambos lados escultura de Santa Teresa de Jesús y San Antonio Abad

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Hacia 1689 el cantero Antonio Borrés eleva en altura el campanario y lo finaliza pues aún no estaba terminado. De estilo barroco; el remate fue destruido en la Guerra Civil Española (1936-1939) ya que este era usado como torre de defensa con artillería antiaérea. El nombre de las campanas son: Pilarica (1955), Sant Vicent Ferrer (1940), Sant Josep (1995), Santisimo Cristo (1940) y Santa María (1940). El campanario levanta en la actualidad unos 23 metros de altura.

El actual templo es de nave única y planta de cruz latina, bóveda de cañón con lunetos, capillas laterales entre los contrafuertes y dotado de un transepto no sobresaliente en planta. En el crucero cúpula de media naranja con estrecho tambor apoyada en pechinas. Tiene interés el hecho de que aparezca en él una incipiente comunicación entre capillas. Posee una capilla en el trasaltar que fue terminada en 1702. La cúpula central del crucero se reviste al exterior de teja esmaltada en azul, sello característico de los templos valencianos del siglo XVII. Las obras fueron finalizadas en el 1736. Su interior se resuelve con una decoración de estilo neoclásico».

http://www.jdiezarnal.com/valenciaiglesiadesantamariadelmar.html

El trasagrario de Santa María del Mar, una joya pictórica

«La parroquia de Santa María del Mar con la colaboración de la Dirección General de Patrimonio ha recuperado las pinturas murales del artista Juan Bautista Bayuco, datadas en 1702, que ornamentan el trasagrario o trasaltar, capilla muy desconocida y situada en el interior de la iglesia. La restauración se ha realizado en varios procesos.

Cabe destacar que Juan Bautista Bayuco es un autor prácticamente olvidado por la historiografía que desarrolló su trabajo entre 1663 y 1705. Las pinturas de Santa María del Mar se convierten en la última obra conocida de este artista antes de su fallecimiento en el año 1706, a la edad de 42 años, según señala José Vicente Cifre, licenciado en Bellas Artes, en el programa de actos de la fiesta del Cristo del Grao.

En la pequeña capilla, decorada en su totalidad, desde cerca del suelo hasta el punto máximo de la cúpula, se contempla la pintura mural a seco sobre mortero tradicional de cal y arena.

«El trabajo de recuperación ha sido fabuloso. Bien es cierto que hemos recibido ayuda de Cultura, pero debo destacar el gran esfuerzo económico hecho por la parroquia», destaca el párroco, Antonio Díaz Tortajada. El interés arquitectónico de la capilla radica en que es una pervivencia singular y única del templo levantado en 1600, ya que el actual es un nuevo templo construido un siglo después.

Los denominados trasagrarios «son piezas características y privativas de la arquitectura barroca valenciana cuya finalidad era la de servir de reposador donde custodiar la Eucaristía cuando esta no recibía culto público», detalla Eleuterio Llona, presidente de la Muy Ilustre Cofradía del Santísimo Cristo del Grao.

En los lienzos de las paredes se contemplan ángeles con incensarios y actitud de oración hacia el Santísimo con una serie de querubines.


Llama la atención las pinturas que representan a los padres de la Iglesia, como San Agustín, San Gregorio, San Jerónimo y San Alberto Magno, rodeados de una intensa decoración floral, una de las características del pintor.

Curiosas son las pinturas en las que aparecen los retratos, enmarcados en medallones, del Papa Clemente XI, de la época, el Arzobispo de Valencia, Antonio Folch y hasta el propio párroco de Santa María del Mar, Palmacio de Goya. También están representados los Evangelistas.

Sobre las puertas se sitúan las virtudes teologales. «La obra más importante ha sido la cimentación y la eliminación de la humedad que dañaba las pinturas. El suelo es de mármol blanco donado por un feligrés», explica Eleuterio Llona.


Cabe destacar que se han abierto las ventanas que permanecían cegadas. «Se ha renovado la instalación eléctrica, con ello se podrá contemplar la belleza de las pinturas. Esta restauración era una ilusión ya que la capilla estuvo abandonada durante mucho tiempo sirviendo hasta de almacén», según destaca Llona».

Manuel Andrés Ferreira

https://elmasclet.com/

domingo, 9 de diciembre de 2018

Vicente Ballester Fandos, el "mestre Visantico"

Vicente Ballester Fandos, el "mestre Visantico"

«Nace en Mascarell, población situada entre Nules y Borriana (Castellón), el 22 de diciembre de 1857, hijo de Josefa Fandos Arambul y José Ballester Nebot.

Huérfano a los 10 años ayuda a su madre en las faenas del campo. Con un tío suyo aprende el oficio de barbero cuando muere su madre cundo tenía 15 años.


Don Vicente Ballester Fandos junto a su esposa e hijos

https://www.skyscrapercity.com/threads/remember-val%C3%A8ncia-ii.1694486/page-531

Se traslada a vivir a Pueblo Nuevo del Mar (actual Cabanyal, Canyamelar y Cap de França) donde compagina su trabajo de barbero con sus estudios de Magisterio.


Monta su primera escuela en su propio domicilio de la calle San Telmo 86 (actual calle José Benlliure entre 228 y 236).Tiene diecisiete hijos, de los que trece sobrepasaron la niñez (Enrique, José, Victor, Juan, Vicenta, Enriqueta, Vicente, Amparo, las gemelas Elvira y Julia, Rafael, Emilio y Alfredo) de los que once fueron maestros. Cabe destacar a José Ballester Gozalvo (fundador del Levante) que en Mayo de 1936 se hizo cargo de la Dirección General de Enseñanza Primaria, cuyo nombre lleva hoy en día un Instituto de Secundaria del barrio Torrefiel.

El “mestre Visantico” como algunos lo recuerdan fue consiguiendo que poco a poco los padres se dieran cuenta de la necesidad de formar a sus hijos en los principios de cultura general que proporcionaba la escuela primaria, lo que hizo que en un par de años la escuela se tuviera que trasladar a un local cercano más amplio, en el nº 80 de la calle San Telmo, en donde iban estudiando y creciendo los niños del Cabanyal, Canyamelar, Grau y algunos de Malva-rosa, Benimaclet y Alboraia. 


Acta del acuerdo por el cual se da su nombre a un centro educativo en La Malvarrosa

En 1906 tras sucesivas ampliaciones se le da el nombre al Colegio de “San José” en honor a sus padres José y Josefa, y en el que para el año 1914 se dan clases a unos 400 alumnos.

En 1910, cuando la escuela ya había cumplido 26 años, los antiguos alumnos celebraron un homenaje que consistió en el descubrimiento de una placa conmemorativa en la fachada del primer colegio, con el texto:

D. Vicente Ballester Fandos

Sus antiguos alumnos agradecidos al inolvidable recuerdo le dedican este recuerdo

Cabañal. 21 de agosto de 1910


El 14 de Mayo de 1924 fallece a la edad de 67 años este hombre tan querido y respetado por la gente del Cabanyal».

Historia del Cabanyal

Antonio Sanchis Pallarés

domingo, 2 de diciembre de 2018

La antigua Casa Calabuig

La antigua Casa Calabuig

«(...)Con mis dos libros en la mochila embarqué en uno de esos insufribles buses urbanos que me llevó al marítimo. Me apeé al final de la Avenida del Puerto y me dirigí a la Antigua Casa Calabuig, donde casi todo sigue igual. Me gusta que ciertas cosas o lugares sigan como siempre, como toda la vida, o con mínimas diferencias que no siempre son mal venidas.


https://www.prospectosdecine.com/

La Antigua Casa Calabuig sobrevivió con dignidad y valentía a obras, cambios y especulación. Sobrevivió a la Copa del América, a las obras del puerto y el marítimo, y a la F1. El antiguo edificio se yergue, solitario y digno, al final de la avenida, frente al acceso al puerto.


Todocolección


VAHG

Al entrar reconozco los rostros de algunos de los camareros, muchos de ellos son los de siempre, forman parte del local. Los saludo y me asombra que recuerden mi nombre, y que me pregunten qué tal me ha ido por esos mares de Dios. Hacía meses que no pasaba por aquí.

Doy amarras a la barra y pido un café fuerte con Bailey’s. Me dispongo a escribir esta tarde y necesito algo de estímulo y algo de inspiración. Ambas cosas creo que las encontraré en el Calabuig.


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Revuelvo el contenido de mi taza pensando en lo extraño de los hechos; en lo curioso que resulta que, habiendo vivido en Valencia tanto tiempo -aunque lo de «tanto tiempo» resulta, en el fondo, muy relativo-, haya venido tan poco a esta casa. Cierto es que vivo lejos de ella y que paso la mayor parte del tiempo embarcado.

Observo minuciosamente el interior del local y compruebo, complacido, que no ha habido cambios notables desde la última recalada; ni desde la primera vez que estuve aquí. El más clamoroso fue la ubicación de un puesto de administración de loterías en el interior del local. Recuerdo que la primera vez que lo vi, hace ya años, me disgustó, casi me sentí hasta ofendido. Era como haber colocado una caseta de loterías en el interior del local; o sin el casi. La caseta parece absolutamente fuera de lugar allí, desencaja, su presencia es estridente. Pero probablemente iré acostumbrándome a verla ahí con el tiempo. 
Por lo demás, todo sigue prácticamente igual. Los estantes en la barra, con sus botellas reflejadas en los espejos tras ellas. Anís del Mono, Veterano, Larios, y todo un elenco de etiquetas de bebidas clásicas. Los viejos techos, enmarcados por las cenefas de yeso, con el ventilador de aspas que se mantiene en su lugar a pesar de que el local está ya climatizado. El viejo reloj -Casa Calabuig, rezan letras doradas sobre la esfera negra- rodeado de vides, entre los grandes aparadores que llegan al techo, con sus estantes llenos de botellas añejas tras las cristaleras.

Éste solía ser punto de encuentro y esparcimiento de marinos, sobre todo tripulantes de los correos insulares.


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-De ésos vienen ya pocos- admite Amadeo, el camarero. -Los van echando cada vez más lejos, paran menos tiempo en puerto, y van quedando menos…

No parece haber mucha nostalgia en sus palabras. A cambio, reciben otro tipo de clientela. En una de las mesas junto al ventanal comen cuatro hombres con toda la pinta de ser del norte de Europa. Tres de ellos llevan cazadoras de regatistas, los rostros bronceados y el vello amarilleado por el sol y la salitre. Sin duda son tripulantes de algún yate atracado en la Marina.

También están los de siempre, agentes marítimos, consignatarios, fletadores y demás fauna del negocio marítimo, buena parte del cual, en esta ciudad, se mueve en la cercana Avenida J. J. Domine, que arranca al otro lado de la Avenida del Puerto. Éstos, que viven del negocio y las aventuras y empresas marítimas sin despeinarse, frente a una pantalla de ordenador y junto a un teléfono en un despacho climatizado, durmiendo en su casa cada noche y almorzando a veces en Casa Calabuig, estarán siempre presentes mientras sigan consignándose mercancías por mar. Muchos marinos mercantes echan pestes de este gremio, capitanes sobre todo, calificándolos de rémoras que se lucran a costa del trabajo de los que navegan. Probablemente ellos pensarán lo contrario, que los marinos mercantes tienen empleo y beneficio gracias a ellos, que fletan buques y consignan mercancías. La realidad, como casi siempre, está en un punto intermedio; ambas especies conviven en una suerte de relación simbiótica.

Hay dos de ellos a mi lado, en la barra; toman unas cañas y unas tapas mientras deslizan sus dedos por la pantalla de un iPad, hablando acerca de horarios y fletes de contenedores. Ambos parecen recién salidos de un estilista y su aspecto es de lo menos marinero, aún formando parte de este mundo.

Me acerco al ventanal del fondo y miro a través de él hacia el lugar en el que solían verse atracados los buques de Iscomar, de Balearia, de la Trasmediterránea; los pesqueros de bajura. El viejo edificio de Aduanas también sobrevivió con dignidad y elegancia a los cambios, quizás incluso hasta favorecido por ellos; pero tras él se ve ahora un bosque de mástiles de aluminio y palos cargados de radares y antenas. Los megayates han tomado la dársena interior, desplazando a sus antiguos ocupantes a otras zonas. Al menos en esta ocasión el cambio es tolerable; no es uno de esos cambios atroces, infames. Falta, en mi opinión, un paseo público alrededor de la dársena por el cual poder caminar libremente viendo los muelles y los barcos.

Los pesqueros no se ven ya desde aquí. Han sido desplazados por las sucesivas obras de remodelación del puerto y los pocos que quedan, que van sobreviviendo a la caza de brujas que pretende acabar con la pesca en Valencia, están ahora ocultos por los tinglados de los equipos de la Copa del América.

Recuerdo -y me parece como si fueran ya tiempos muy lejanos- cuando me apoyaba en esta misma barra muy temprano, de madrugada, para trasegar una copa de Veterano con mi patrón de pesca antes de salir a faenar. Eran otros tiempos y eran otros hombres. Me pregunto si Casa Calabuig sigue abriendo tan temprano.

Pagué mi café y me despedí, cruzando la avenida y entrando en el puerto. Pasé junto al edificio de Aduanas y la antigua terminal de pasajeros, y paseé por los escasos doscientos metros de zona pública.


Hoy hay dos grandes cruceros atracados en la nueva terminal de pasajeros. Qué poco marineras son esas moles hoteleras flotantes. Qué sinsentido representan, a mi manera de entender las cosas. Qué poco se aprendió desde el Titanic. Reconozco la contraseña pintada en la chimenea de uno de ellos, es de Costa. Parece que la naviera ha sobrevivido a las tres catástrofes de estos últimos años: la encallada del Costa Concordia, el rescate del crucero que quedó a la deriva en el Pacífico y el susto -creo que no fue más- del que rompió los ventanales de sus salones durante un temporal, arribando en Barcelona.

La parte de la Terminal Polivalente de Contenedores que se ve desde aquí está vacía. Allá donde solían atracar los portacontenedores de Boluda, de Contenemar, de Naviera del Odiel o de tantas otras que son ya historia de nuestra marina mercante, no hay hoy ni buques extranjeros. Sólo montañas de contenedores de colores vivos.


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Tampoco están ya los ferrys de Iscomar ni los rolones de Balearia. Voy caminando pausado, arrastrando la pata tiesa e inmovilizada, deteniéndome aquí y allá, observando algunos detalles a través de mi catalejo; luego me siento en un banco de piedra, miro las aguas de la dársena y los barcos y me pierdo en mis memorias y recuerdos.

Y de repente estallo en una carcajada cuando me doy cuenta de mi propia imagen: Rediós, ¡parezco un viejo marino retirado, nostálgico y tullido».

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